Menstruación más tardía con dieta saludable

Alimentación equilibrada y su impacto en la menstruación

Una dieta sana durante la infancia ha sido asociada con un inicio más tardío de la menstruación, según un reciente estudio publicado en Human Reproduction. Este hallazgo podría tener implicaciones relevantes para la salud futura de las niñas, al haberse vinculado la menarquia temprana con riesgos como obesidad, diabetes y cáncer de mama.


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Un vínculo respaldado por evidencia científica

Fue en el marco del estudio Growing Up Today Study (GUTS), realizado en Estados Unidos, donde se analizaron datos de más de 7.500 niños entre 9 y 14 años. Las participantes fueron observadas durante varios años, proporcionando información periódica sobre su alimentación y el momento en que experimentaron su primera menstruación.

La calidad de la dieta fue medida usando dos herramientas validadas: el Índice Alternativo de Alimentación Saludable (AHEI) y el Patrón Dietético Inflamatorio Empírico (EDIP). Aquellas niñas con mejores puntuaciones en AHEI mostraron un menor riesgo de menstruar antes, mientras que una dieta más inflamatoria se asoció con un inicio más temprano del ciclo.

Efectos de una dieta equilibrada

A pesar de factores como el índice de masa corporal (IMC) o la estatura, que también han sido relacionados con la edad de la menarquia, el impacto de la dieta se mantuvo. Un 8% menos de probabilidades de menstruar en el siguiente mes fue observado en el grupo con mejor alimentación, en comparación con aquellas cuya dieta se consideraba menos saludable.

Estos resultados resaltan la necesidad de promover comidas escolares basadas en evidencia científica. Tal como lo expresó Holly Harris, profesora asociada del Centro Oncológico Fred Hutchinson. También subrayó que el consumo de alimentos proinflamatorios en la adolescencia había sido vinculado anteriormente con mayor riesgo de cáncer de mama, lo que motivó esta nueva investigación.


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Implicaciones para la salud pública

Además de prevenir enfermedades crónicas, una alimentación rica en frutas, verduras, cereales integrales, pescado y legumbres. Y pobre en productos procesados y azúcares, podría actuar como un factor protector desde etapas tempranas.

Sin embargo, los autores advierten sobre ciertas limitaciones: los datos fueron auto-reportados y la mayoría de los participantes eran de raza blanca. Lo que podría restringir la aplicabilidad de los resultados a otras poblaciones. Aun así, se trata de un primer paso prometedor para comprender cómo la nutrición puede incidir en etapas clave del desarrollo femenino.

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