Adaptar el ejercicio a cada etapa de la vida
El ejercicio no es solo una herramienta para mejorar la salud, sino una práctica que debe ajustarse a nuestras circunstancias y cambios a lo largo de la vida. Este enfoque adaptativo es esencial para garantizar su sostenibilidad y disfrute en el tiempo.
La experiencia de personas como Laura Lara, Cristina Martínez y Asun Obón ilustra cómo el ejercicio puede integrarse de formas únicas en sus rutinas. Laura, por ejemplo, optó por entrenamientos en casa para prevenir una diabetes tipo 2, mientras que Cristina encuentra en el gimnasio un aliado para manejar un trastorno inmunitario. Estas historias reflejan un desafío común: mantener la constancia frente a las barreras del día a día.
¿Por qué cuesta mantener la constancia?
Barreras comunes al ejercicio
A pesar de los beneficios ampliamente reconocidos del ejercicio, el sedentarismo sigue afectando a gran parte de la población. Según datos del CIS, un 52% de los españoles no practica ningún deporte. Entre las barreras más comunes destacan:
- Falta de tiempo: jornadas laborales largas y prioridades familiares.
- Falta de motivación: rutinas monótonas o resultados no inmediatos.
- Condiciones de salud: lesiones o problemas de movilidad.
- Factores socioeconómicos: altos costes de actividades deportivas.
La percepción corporal, el clima y la falta de infraestructura también pueden ser obstáculos.
La importancia de la personalización
Expertos como Pedro J. Benito Peinado subrayan que las recomendaciones generales de ejercicio, como las de la OMS, no siempre se ajustan a las necesidades individuales. Natalia Balagué, investigadora en ciencias del deporte, defiende la idea de que la actividad física debe adaptarse al contexto vital de cada persona, fomentando el autoconocimiento y la autoeficacia.
Estrategias para un ejercicio sostenible
Diseñar rutinas personalizadas
La clave está en encontrar actividades que resulten placenteras y funcionales, como caminar, bailar o jugar con niños. Estas alternativas no solo benefician la salud, sino que también reducen el estrés y mejoran el bienestar general.
Crear hábitos adaptativos
El ejercicio no debe ser visto como una «píldora» sino como un proceso dinámico que evoluciona con nuestras circunstancias. Involucrarse activamente en el diseño de nuestras rutinas, en lugar de delegarlo completamente, aumenta la adherencia y evita la dependencia de la industria del fitness.
Conclusión
El ejercicio adaptado a cada etapa de la vida no solo mejora la salud física, sino que también contribuye a un mayor bienestar emocional. Personalizar esta práctica y disfrutarla como parte de nuestra rutina diaria es fundamental para garantizar su sostenibilidad y eficacia a largo plazo.