Cómo elegir el tipo que más te conviene
El ejercicio físico es fundamental para mantener una buena salud y prevenir enfermedades.
Sin embargo, no todos los tipos de ejercicio son iguales ni tienen los mismos efectos en el organismo.
En este artículo te explicamos la diferencia entre ejercicio aeróbico y anaeróbico, y cómo elegir el que más te conviene según tus objetivos y tu condición física.
¿Qué es el ejercicio aeróbico?
El ejercicio aeróbico es aquel que se realiza a una intensidad moderada y durante un tiempo prolongado, utilizando el oxígeno como fuente de energía.
Algunos ejemplos de aeróbico son caminar, correr, nadar, montar en bicicleta o bailar.
El aeróbico tiene muchos beneficios para la salud.
Como mejorar la capacidad cardiovascular y respiratoria, reducir el colesterol y la presión arterial, quemar grasa y calorías, fortalecer el sistema inmunológico y liberar endorfinas que mejoran el estado de ánimo.
¿Qué es el ejercicio anaeróbico?
El ejercicio anaeróbico es aquel que se realiza a una intensidad alta y durante un tiempo corto, utilizando otras fuentes de energía que no requieren oxígeno.
Algunos ejemplos de anaeróbico son levantar pesas, hacer sprint, saltar o hacer abdominales.
El anaeróbico tiene otros beneficios para la salud.
Como aumentar la masa muscular y la fuerza, mejorar la velocidad y la potencia, estimular el metabolismo y la quema de calorías en reposo, prevenir la pérdida ósea y mejorar la resistencia al estrés.
¿Cómo combinarlos?
No existe un tipo mejor que otro, sino que ambos son complementarios y necesarios para lograr un equilibrio entre salud y rendimiento.
La clave está en combinar el aeróbico y anaeróbico según tus necesidades y preferencias.
En general, se recomienda hacer ejercicio aeróbico al menos tres veces por semana durante 30 minutos o más, y ejercicio anaeróbico dos o tres veces por semana durante 15 o 20 minutos.
También se puede alternar el aeróbico y anaeróbico en una misma sesión, por ejemplo haciendo intervalos de alta y baja intensidad.
Lo más importante es escuchar a tu cuerpo, adaptar el tipo e intensidad a tu nivel y progresar gradualmente.
Así podrás disfrutar de los beneficios del ejercicio aeróbico y anaeróbico sin riesgo de lesiones o sobre entrenamiento.