¿Qué comer y qué no para prevenir el cáncer de próstata?
El cáncer de próstata es el segundo más frecuente entre los hombres, después del cáncer de piel.
Aunque se desconocen las causas exactas de esta enfermedad, se sabe que existen algunos factores de riesgo que pueden influir en su desarrollo, como la edad, la genética, las hormonas o la alimentación.
En este sentido, la alimentación juega un papel clave tanto en la prevención como en el tratamiento del cáncer de próstata.
Algunos estudios han demostrado que ciertos alimentos pueden aumentar o disminuir el riesgo de padecer este tipo de tumor.
Por eso, los médicos recomiendan seguir una dieta equilibrada y variada, rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y pescado azul, y evitar el consumo excesivo de alimentos procesados, grasas saturadas, azúcares y alcohol.
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Los siete alimentos que lo pueden disparar
Entre los alimentos que se deben limitar o eliminar de la dieta para prevenir el cáncer de próstata se encuentran los siguientes:
- Carnes rojas y procesadas:
El consumo elevado de carnes rojas (ternera, cerdo, cordero) y procesadas (embutidos, salchichas, hamburguesas) se ha asociado con un mayor riesgo de cáncer de próstata.
Esto se debe a que estas carnes contienen sustancias químicas que pueden dañar el ADN celular y favorecer la aparición de mutaciones cancerígenas.
Además, al cocinarlas a altas temperaturas se generan compuestos llamados aminas heterocíclicas y hidrocarburos aromáticos policíclicos, que también son potencialmente carcinogénicos.
Por ello, se recomienda reducir el consumo de carnes rojas a menos de 500 gramos por semana y evitar las carnes procesadas.
- Lácteos:
Algunos estudios han sugerido que el consumo elevado de lácteos (leche, queso, yogur) puede aumentar el riesgo de cáncer de próstata.
Esto podría deberse al alto contenido en calcio de estos alimentos, que podría interferir con la absorción del vitamina D y alterar el equilibrio hormonal.
También se ha planteado la posibilidad de que algunos contaminantes presentes en los lácteos puedan tener un efecto negativo sobre la próstata.
Por eso, se aconseja moderar el consumo de lácteos y optar por versiones desnatadas o bajas en grasa.
- Grasas saturadas:
Las grasas saturadas son aquellas que se encuentran principalmente en alimentos de origen animal, como la mantequilla, la nata, el tocino o la manteca.
Estas grasas pueden aumentar los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, lo que puede favorecer la inflamación y el estrés oxidativo.
Estos procesos pueden dañar las células y contribuir al desarrollo del cáncer.
Por lo tanto, se recomienda limitar el consumo de grasas saturadas a menos del 10% del total de calorías diarias.
- Grasas trans:
Las grasas trans son aquellas que se forman al someter a los aceites vegetales a un proceso industrial llamado hidrogenación.
Este proceso les confiere una mayor estabilidad y durabilidad, pero también las hace más perjudiciales para la salud.
Las grasas trans pueden elevar el colesterol malo (LDL) y disminuir el bueno (HDL), lo que puede aumentar el riesgo cardiovascular y favorecer la inflamación crónica.
Estas grasas se encuentran principalmente en alimentos procesados como bollería industrial, margarinas, snacks o comida rápida.
Por eso, se recomienda evitar su consumo y leer las etiquetas de los productos para comprobar su contenido en grasas trans.
- Azúcares añadidos:
Los azúcares añadidos son aquellos que se agregan a los alimentos durante su elaboración o preparación, como el azúcar blanco, moreno, de caña, de coco, la miel, el sirope o la melaza.
Estos azúcares aportan calorías vacías, es decir, sin ningún valor nutricional, y pueden provocar un aumento rápido de la glucosa en sangre.
Esto puede estimular la producción de insulina y de factores de crecimiento que pueden favorecer la proliferación celular y el desarrollo del cáncer.
Además, el consumo excesivo de azúcares añadidos puede contribuir al sobrepeso y la obesidad, que son factores de riesgo para el cáncer de próstata.
Por eso, se recomienda reducir el consumo de azúcares añadidos a menos del 10% del total de calorías diarias y evitar los alimentos que los contienen en grandes cantidades, como los refrescos, los zumos industriales, los dulces, los cereales azucarados o los postres.
- Alcohol:
El consumo de alcohol se ha relacionado con un mayor riesgo de varios tipos de cáncer, incluido el de próstata.
El alcohol puede afectar al metabolismo de las hormonas, como la testosterona, que puede estimular el crecimiento del tumor.
Además, el alcohol puede generar sustancias tóxicas para el organismo, como el acetaldehído, que puede dañar el ADN y provocar mutaciones.
También puede interferir con la absorción de nutrientes esenciales para la salud celular, como el ácido fólico o la vitamina B12.
Por lo tanto, se recomienda limitar el consumo de alcohol a no más de dos copas al día para los hombres y una para las mujeres.
- Suplementos vitamínicos:
Aunque pueda parecer contradictorio, el consumo excesivo de suplementos vitamínicos puede aumentar el riesgo de cáncer de próstata.
Esto se debe a que algunas vitaminas y minerales pueden tener un efecto antioxidante o antiinflamatorio a dosis bajas, pero un efecto prooxidante o proinflamatorio a dosis altas.
Esto puede alterar el equilibrio celular y favorecer el desarrollo del cáncer.
Algunos ejemplos son el calcio, el selenio o la vitamina E.
Por eso, se recomienda obtener las vitaminas y minerales necesarios a través de una dieta equilibrada y variada, y consultar con el médico antes de tomar cualquier suplemento vitamínico.
El cáncer de próstata es una enfermedad compleja que depende de múltiples factores.
Sin embargo, la alimentación es uno de los aspectos que podemos controlar y modificar para reducir el riesgo de padecerlo.
Por eso, es importante seguir una dieta saludable y evitar aquellos alimentos que pueden disparar el cáncer de próstata.
Así podremos cuidar nuestra salud y prevenir esta enfermedad tan frecuente entre los hombres.