Harvard responde con una visión diferente
¿La piel del pollo es realmente perjudicial?
La piel del pollo ha sido durante mucho tiempo mirada con desconfianza. Sin embargo, una reciente investigación de la Universidad de Harvard propone una perspectiva distinta sobre este ingrediente tan sabroso como polémico. Y es que, en contra de lo que muchos suponen, su consumo moderado podría no solo no ser dañino, sino incluso beneficioso.
¿Por qué se desaconsejaba su consumo?
Durante años, la piel del pollo ha sido evitada por su contenido graso. A diferencia de otras carnes como la vacuna o la de cerdo, donde la grasa está dispersa, en el pollo la grasa se concentra casi exclusivamente en la piel. Por eso, tradicionalmente se ha sugerido retirarla para lograr una dieta más “saludable”.
Sin embargo, Harvard ha desmentido parcialmente esta creencia. Según su informe, la grasa contenida en la piel del pollo es mayormente insaturada, también conocida como “grasa buena”. Este tipo de grasa podría beneficiar la salud cardiovascular, siempre que se integre dentro de un plan de alimentación equilibrado.
Beneficios al cocinar con piel
Cocinar el pollo con su piel no solo realza el sabor y la textura, sino que también preserva su humedad natural. Esto significa que se puede reducir el uso de sal y otros ingredientes procesados, como empanados o aderezos. Amy Myrdal Miller, nutricionista y autora del estudio, lo explica así: “La piel del pollo ha tenido mala fama, pero gran parte de su grasa es saludable. Además, ayuda a mantener el pollo jugoso sin añadir más grasas ni sodio”.
Conclusión: moderación, la clave
Los expertos coinciden: no es necesario eliminar completamente la piel de la dieta. Si se consume ocasionalmente y dentro de un régimen balanceado, no representa un riesgo significativo. Así que, quienes disfrutan de esa corteza dorada y crujiente, pueden hacerlo sin culpa.
En resumen, la próxima vez que tengas frente a ti un pollo al horno con piel crocante, recuerda: la piel del pollo no es el enemigo que creías. Solo hay que saber disfrutarla con moderación.